domingo, 13 de octubre de 2013

Resumen del artículo: La Animación a la Lectura desde edades tempranas



En nuestra sociedad, la lectura no es un ejercicio que ocupe el tiempo de ocio de los españoles ya que es una actividad poco valorada por un sector de la sociedad. Es necesario concienciar que leer enriquece al individuo de manera personal y ayuda a formar su espíritu crítico.
Hay muchos tipos de lecturas, pero la verdadera lectura es la voluntaria, la que no tiene ninguna finalidad más allá de ella misma. La mayoría de lecturas que realizan los niños son las lecturas obligatorias y no es extraño que esos escolares huyan de la lectura en cuanto ésta es una actividad obligada para ellos de la cual se tienen que examinar para adquirir conocimiento.
El hábito de la lectura voluntaria suele adquirirse en casa, no en la escuela, siendo una consciencia de la voluntad de leer, que se ha podido reforzar con la práctica de lectura en la familia.
Cuando hablamos de promoción de la lectura, solemos recurrir a diversas técnicas y estrategias de la que llamamos animación a la lectura, que nos permitan hacer nuevos lectores. Hoy entendemos como animación lectora el conjunto de actividades, técnicas y estrategias que persiguen la práctica de la lectura, aunque teniendo en el horizonte la meta de formar lectores activos, capaces de comprender mensajes diferentes y de relacionar una historia en su contexto. Se necesita de un buen empuje de la Promoción, ya que, hasta ahora, no han existido “políticas de promoción lectora” debidamente institucionalizadas, sino, más bien empeños y proyectos aislados, algo que me parece que está empezando a cambiar, afortunadamente.
Existen también elementos negativos en las animaciones lectoras. Que el libro elgido ya se haya usado con otro fin, que la animación conlleve premios o castigos, que el libro conecte con los destinatarios, que la animación obligue a un trabajo ulterior fuera de la propia animación o que cuando el texto elegido sea fragmentado, tenga insuficiente vida propia. 


Enlace al artículo de Pedro César Torremocha

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