Normalmente,
suele ser el profesor quien impone las lecturas a sus alumnos. Éste decide qué
libros pueden ser leídos y cuáles no. Por eso, podemos decir que son los
maestros quienes dirigen las lecturas de los niños y modelan el gusto del
lector. No obstante, aquellos que recomiendan los libros, algunas veces pueden
dudar de la calidad de los mismos.
En
estos momentos la literatura infantil, a pesar de su difusión, apenas tiene un
pequeño espacio en la crítica de los medios de comunicación más difundidos,
como la televisión, la radio o los periódicos. En el siglo XX, gracias a los
estudios de la psicología infantil debidos sobre todo a Piaget, se reafirma la
idea de la infancia como un momento crucial en el desarrollo de la persona. Junto
a este planteamiento, existe otra tendencia, la pedagógica, que defiende la
dependencia del libro con la escuela, la obligatoriedad de leer por placer como
un objetivo educacional más. Esto propicia que el libro vuelva a tener los
objetivos que tuvo en siglos pasados: la instrucción y el aprendizaje.
La
producción de libros para niños ha ido creciendo cada vez más, por eso no es un
trabajo fácil hacer una selección adecuada de los libros. En ocasiones, estos
libros se seleccionan atendiendo a criterios económicos, criterios de
desinformación (esto es lo que conozco, luego es lo que recomiendo), criterios
pedagógicos o criterios morales. La producción crece cada vez más, por eso es
indispensable ejercer una crítica fundamentada. El adulto que vaya a
seleccionar libros para niños deberá tener en cuenta muchos aspectos que hacen
de este ejercicio una labor casi única. Es decir, deberá ser un lector de
amplia formación, que tenga conocimientos de historia de la literatura, de
sociología e historia para entender el contexto en el que se integra la obra.
Por
tanto, las críticas literarias irán destinadas a adultos, puesto que somos
nosotros quienes seleccionamos los libros, quienes nos dejamos orientar y
quienes somos influidos por esta opinión. Estas críticas deberán contener
suficiente información para que un padre pueda decidirse a la hora de elegir un
libro para su hijo, para que una maestra recomiende en clase su lectura, etc.
De esta manera, podremos descubrir libros importantes que no deberían pasar
desapercibidos, pero también escribir sobre aquellos libros que están
injustamente de moda, para advertir de los libros que no vale la pena leer,
para dar pautas en la elección personal de cada uno y, sobre todo, para incitar
a leer, para mostrar que la literatura para niños está viva, para elegir.
Enlace
del artículo de Ana Garralón:
http://bib.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/01593963324584953002257/p0000001.htm#I_1_
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